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Obvio: Oliver, de los Supercampeones, estuvo inspirado en Diego Maradona


Yōichi Takahashi, creador de la mítica serie animada, reconoce que el Mundial juvenil de 1979 inspiró el personaje del capitán del New Team. Fue el origen de un amor platónico entre Diego y el fútbol japonés.


"El pez que se escapa siempre parece el más grande”. Este viejo proverbio japonés hace referencia a aquellos que se salen de lo establecido, a aquellas personas cuyos actos no dejan indiferente. Son los que destacan. Con el balón en los pies, Diego Armando Maradona siempre fue el pez más gordo. El arte permite al artista dejar huella en gente desconocida, en aquellos que jamás lo verán o conocerán. Le permite ser parte del camino de otras vidas. Su paleta de recursos para sorprender a los aficionados fue interminable, el asombro de las gradas fue compañero fiel en la carrera futbolística del Diego. Maradona marcó a un impensable número de individuos, levantó el ánimo de varios pueblos con su forma de conducir la pelota, llevó al éxtasis a millones de individuos y, por supuesto, inspiró a colegas: inspiró a otros artistas como él.

“Maradona era muy especial para mí. Tenemos la misma edad, por lo que su muerte me ha impactado. Creo que habrá muchas superestrellas en el fútbol, pero no creo que haya ninguna capaz de inspirarme como lo hizo él”, dijo Takahashi.

“Hay mucho de Maradona en mi obra”, resume Yōichi Takahashi, creador de la serie de cómics Capitán Tsubasa (Oliver y Benji en España y Los Supercampeones en Argentina). Uno de los primeros impactos a nivel global del Pelusa fue el Mundial Juvenil de 1979 disputado en Japón. El torneo, que fue el primero que organizó la FIFA en Asia, fue una tremenda mezcla de condicionantes para que el público japonés terminase cediendo ante la locura del fútbol. Japón todavía no tenía una liga profesional, por lo que los aficionados estaban sedientos de un balompié de quilates.


Entonces apareció Diego Armando Maradona. “No pude estar en el estadio, pero sí que pude seguir todo el torneo por televisión. Conocía a Maradona, tenía una idea de lo increíble que era, pero su rendimiento en el Mundial Juvenil me impactó. El Maradona que vi en la televisión tenía un aura abrumadora”. Takahashi, que por aquel entonces se encontraba dibujando los primeros bocetos de la que sería su obra más conocida, recibió la inspiración de un menudo adolescente con pelo alborotado, camiseta albiceleste y el 10 a la espalda. “La obra de Maradona ha tenido un gran impacto en Capitán Tsubasa. Hasta que creé a Juan Díaz (un genio argentino del balón), Oliver Atom era el mismo Maradona.


Aunque Oliver siempre fue más serio que Maradona (ríe)”. El mangaka se expresa con una profunda ternura ante su fallecimiento. La pérdida de un numen no es un plato sencillo de digerir. “Maradona era muy especial para mí. Tenemos la misma edad, por lo que su muerte me ha impactado. Creo que habrá muchas superestrellas en el fútbol, pero no creo que haya ninguna capaz de inspirarme como lo hizo él”.


La relación de Diego Armando Maradona con Japón tiene múltiples vértices y, por supuesto, innumerables vaivenes. En el país asiático fue campeón mundial por primera vez con Argentina y durante la década de los ochenta y en pleno apogeo de su fútbol visitó el país en tres ocasiones: una gira con Boca Juniors en 1982, otro paso en 1987 como parte de un equipo de estrellas sudamericanas que derrotó a un combinado de la liga local y en 1988 disputó con el Nápoles un trofeo amistoso ante Japón. Durante ese tiempo Maradona birló el corazón a todo un país. “Maradona dio su primer salto internacional aquí, fue una revelación para todo el fútbol local, para todos los aficionados. No teníamos liga profesional, pero disfrutamos del mejor”, cuenta Yoshihiro Iwamoto, uno de los periodistas de fútbol referentes del país. “Nací en 1972, así que Maradona fue la primera superestrella que conocí. Muchos japoneses, incluida mi generación, estaban enamorados de su juego, también fue el ídolo de infancia de muchos futbolistas de nuestro país”.


TELEVISIÓN “El Mundial de 1986 fue el primero que muchos japoneses pudieron ver por televisión, es una de las primeras referencias futbolísticas que el aficionado común tiene en Japón y fue un ‘torneo Maradona’. En el país no se hablaba de otra cosa en esos días”, comenta Iwamoto. Maradona dinamitó la popularidad del deporte rey en el país asiático. “Sin duda, fue uno de los mayores contribuyentes. La popularidad de Maradona era mayor que la de cualquier otra leyenda. Y aún ahora que se ha ido, creo que sigue siendo amado por mucha gente”, explica Iwamoto. El runrún de que Maradona pudiese jugar en Japón siempre estuvo presente en el país del Sol Naciente. Varios clubes fueron los que intentaron realizar ese sueño para tantos, pero todos fracasaron. El PJM Futures, el Sagan Tosu en la actualidad, buscó su contratación como golpe de efecto para un fútbol japonés que preparaba el lanzamiento de su liga profesional, la J.League. En septiembre de 1990, una vez terminado el Mundial de Italia y con un Maradona que deseaba abandonar Nápoles, Katsuyoshi Kuwahara, entrenador del equipo en ese momento, encabezó una negociación imposible: “Me reuní con él, no quería continuar en Nápoles por los abucheos que había recibido durante el Mundial y le propuse la oportunidad de jugar en PJM”, cuenta Kuwahara. “No jugué contra él, pero pude verle en directo en varias oportunidades y siempre me fascinó, hubiese sido el fichaje ideal. A él le gustaba la idea de venir a jugar a Japón, era un país que le dio buena impresión durante el Mundial Juvenil”.


Los intentos del club para obtener a Maradona llevaron a realizar dos operaciones más: incorporando así a Hugo Maradona, su hermano, y Sergio Batista, compañero en la selección argentina en los Mundiales de 1986 y 1990. El positivo por cocaína en 1991 y sus consecuencias enterraron todas las opciones de ver a Maradona en Japón. Lo mismo sucedió con Nagoya Grampus, que con la ayuda de Toyota, la multinacional automovilística que tiene sede en la ciudad, llegó a un acuerdo valorado en 1,5 billones de yenes (una cifra que rondaría los 11 millones de dólares en la época) con Diego Armando Maradona para su incorporación y ser así la estrella del lanzamiento de la J.League. Los problemas con la justicia derivados del positivo condujeron a buscar otra estrella para el lanzamiento de la liga. Fue Gary Lineker el elegido por el fútbol nipón y privando al pueblo japonés de observar al 10 en su propio campeonato. De hecho, en una entrevista rescatada recientemente por Nikkan Sports, se cita a Diego Armando Maradona en 1993, en una visita a Brasil con el Sevilla, repitiendo su deseo de retirarse en Japón, de cerrar el círculo de su carrera en el lugar en el que se hizo global.

“Maradona logró algo muy importante en nuestro país”, explica Katsuyoshi Kuwahara, “y es que los niños empezaran a soñar con ser futbolistas por su influencia, por intentar hacer lo que él hacía con la pelota”.

Argentina no participó en la Kirin Cup en 1994 debido al regreso de Maradona al seleccionado nacional porque Japón le prohibió la entrada por haber tenido problemas con la justicia relacionados con el abuso de sustancias estupefacientes. Lo mismo ocurrió en el año 2000, cuando no pudo acudir a la Copa Intercontinental que Boca Juniors ganó al Real Madrid en Tokio, lo que regaló para todo el mundo una celebración histórica en su piso en Segurola y Habana. En 2002 sí que pudo trabajar como comentarista en el Mundial, gracias a la intervención del gobierno de la República, pues fue enviado como embajador de Turismo y Deportes. En su disputa para poder acudir a la cita mundialista dejó una cita para el recuerdo: “Yo no maté a nadie y respeto las leyes japonesas. No les tiré ninguna bomba nuclear. Es un contrasentido: si quieren salvaguardar a los japoneses deberían no permitirle entrar a los de Estados Unidos”. “Maradona logró algo muy importante en nuestro país”, explica Katsuyoshi Kuwahara, “y es que los niños empezaran a soñar con ser futbolistas por su influencia, por intentar hacer lo que él hacía con la pelota”. Una inspiración, un sueño, una alegría.


El encanto maradoniano influyó enormemente en los japoneses, conquistando sus corazones desde su primera presentación en el país: un doblete en Omiya ante Indonesia en el que demostró que esa zurda tenía más latitudes que las conocidas hasta entonces. Su magia con la pelota se impuso a las exigencias burocráticas, a la rectitud que forma parte del código de conducta nipón y que imponen desde las altas esferas, y supo llegar a la gente. Dejó una gran huella en un público lejano, que podría considerarse esquivo de las influencias de un menudo jugador con el pelo destartalado.




Fuente: Líbero.

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