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Ponen en discusión la proliferación de “comederos” para perros en la vía pública


Durante la semana pasada la vecina de Ushuaia María Gowland, bióloga y docente, expuso en su cuenta de twitter su malestar “como peatona” por haberse cruzado con un grupo de perros que reaccionaron negativamente a su paso y, como consecuencia, sufrió la mordida de uno de ellos. María estuvo en el delivery para contar su experiencia, contar lo que sucedió y dio su opinión sobre los famosos comederos instalados en toda la ciudad.

La vecina contó que caminando por una vereda se cruzó con dos perros en apariencia apacibles, pero que al pasar uno de ellos hizo un ladrido y el segundo reaccionó automáticamente mordiéndola en la pierna. En ese momento salió una vecina que le comentó que esos animales “siempre” están en ese sector porque vienen a comer y le señala el “bendito comedero”.


“Llamé a zoonosis, me atendieron súper bien”, declaró. Sin embargo la cantidad de cosas que le explicaron que debe hacer una persona en esa situación, se traduce en un importante contratiempo para quien resulta víctima de una mordedura de un perro que ha sido abandonado o, al menos descuidado. Es así que tuvo que ir al hospital a realizar una “constatación de lesiones”, luego a la policía y finalmente a las dependencias de zoonosis. “Yo quedé conforme, me atendieron bien; me pareció que estaban comprometidos con su trabajo”, dijo.


Aunque aclaró que no es especialista en el tema, la formación en biología de Gowland le permite tener una opinión acerca de los famosos comederos. Según su opinión, los mismos generan un impacto negativo, más allá de la buena intención que puedan tener las personas que los instalan, que tienen que ver “con la salud pública”.


“Los perros estaban aquerenciados, estaban protegiendo su territorio, su alimento o la puerta de la casa, no lo sé. Pero yo pasé y me mordió un perro que no tiene dueño y que recibe algún tipo de atención, comunitaria, anónima, voluntaria, lo que sea, pero nadie se hace responsable”, agregó. Además analizó que si resulta “tan burocrático” realizar una denuncia, entonces que también “sea burocrático poner un comedero”.


“Estás tirando alimento en la vía pública. Tiene que haber una regulación para eso, pienso yo”.


Para Gowland el hecho de depositar en la calle alimento balanceado, requiere analizar distintos niveles de impactos. “Está el tema de los parásitos, de las enfermedades zoonóticas”, explicó y a modo de ejemplo enumeró que “las gaviotas comen en el basural, comen en el comedero, que comen los chimangos, que comen los perros, que alguien acaricia en la calle, que cagan en la calle y que nadie levanta”. Por lo tanto “ahí puede haber infinidad de interacciones y ni hablar, en el caso de la transmisión de alguna enfermedad si (el perro) muerde a alguien”.

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